¿Importa lo que la gente piensa de mí? Parte 2
En el artículo anterior compartí acerca de la importancia de la opinión que los demás tienen acerca de nosotros y que no vale excusarse diciendo que la única opinión que debe importar es la de Dios. Expuse que es vital estar consciente de que, la buena reputación, el buen nombre, la buena fama, el buen testimonio y las buenas referencias, son aspectos de gran valor en la sociedad. Asimismo, concluí con la pregunta ¿cómo puedo cuidar mi reputación? a la cual le daré respuesta a continuación.
Administra correctamente las expectativas.
Tu marca personal es un activo propio que es nutrida en buena medida por tu reputación, la cual se desarrolla en dos líneas, que para explicar mejor, llamo elementos de salida y elementos de entrada. Los elementos de salida son aquellas acciones que propicias basadas en tu conducta, es decir lo que proyectas a los demás, en pocas palabras: cómo deseas que te perciban a partir de cómo te expresas y cómo te comportas.
Los elementos de entrada son la respuesta, la retroalimentación que recibes por parte de los demás de acuerdo a la conducta que transmites. Si las respuestas que recibes son en su mayoría positivas, quiere decir que así es tu conducta y de la misma manera las expectativas que tienen de ti, en cambio si las reacciones no son muy alentadoras, cuidado, es probable que estés enviando un mensaje incorrecto a partir de tu conducta.
Controla tus emociones.
En normal que te enojes cuando alguien te ofende, que a veces te sientas triste por una circunstancia, incluso que no tengas ganas de salir de la cama en una mañana lluviosa, el problema radica cuando estas emociones se descontrolan, es decir, el enojo se convierte en ira, la tristeza en melancolía o depresión y el desgano en pereza, repercutiendo en tu estado de ánimo que puede afectar tus relaciones.
El apóstol Pablo en su carta a los Efesios, describe la nueva vida en Cristo y en el verso 26 del capítulo 8, afirma: Enójense, pero no pequen; reconcíliense antes de que el sol se ponga. También, Jesús lloró al saber de la muerte de su amigo Lázaro (Juan 11:34-36) y ante la incredulidad en Jerusalén (Lucas 19:41), se enojó al ver el templo hecho un mercado (Mateo 21:12), sin embargo, no pecó, pues no dio lugar a que sus emociones lo controlarán.
Cuida cómo te comportas y controla tus emociones y reacciones, recuerda esto: En todo lo que es verdadero, en todo lo honesto, en todo lo justo, en todo lo puro, en todo lo amable, en todo lo que es digno de alabanza; si hay en ello alguna virtud, si hay algo que admirar, piensen en ello. Filipenses 4:8.
Evita parecer un necio con tus palabras
Un conocido adagio cita que somos dueños únicamente de las palabras que no decimos. Como entes comunicantes, las palabras que pronunciamos se convierten en un elemento fundamental para que los demás tengan una opinión acerca de nosotros. A partir de lo que decimos las personas se hacen una idea de quiénes somos.
La lengua es un miembro tan pequeño, pero capaz de incendiar un bosque si no se controla (Santiago 3:5). Cuídate de parecer un necio a partir de las palabras que pronuncias, no participes de chismes y calumnias, evita exagerar las cosas al hablar y no olvides que saber cuando callar es de sabios (Proverbios 17:28).
Sé coherente, todo lo que digas hazlo y lo que prometas cúmplelo, porque tus palabras serán el techo de tus acciones (Eclesiastés 5:4). Los hechos hablan más que las palabras y construyen una buena reputación. Así que ahora ya sabes que es importante la opinión que los demás tengan de ti y cómo puedes cuidar tu reputación, pero ahora quiero hacerte otra pregunta ¿La opinión de los demás define quién soy? descúbrelo en la tercera parte de esta serie.
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