Bad Bunny es un movimiento, Benito podría dejar de llenar escenarios, pasar de moda, pero lo que el conejo malo ha logrado, difícilmente se desarraigue de la cultura…
Al referirme a Bad Bunny no me centraré en el cantante de nombre Benito Martínez, ganador del Grammy en 2021 al mejor álbum pop latino y también a la mejor canción del año, sino al personaje que representa el conejo malo. Él personifica algo que le supera.
Bad Bunny es un producto del posmodernismo, difícilmente se puede definir porque es muchas cosas, engloba múltiples conceptos al grado que se ha vuelto un movimiento, porque es lo que es, un movimiento, un fenómeno global, en demasía ideológico más que musical. Va mucho más lejos y profundo que ritmos delirantes, pegajosos e incitadores. La música es el empaque para un contenido que si se pudiera oler, despediría hediondez.
Bad Bunny es un movimiento, Benito podría dejar de llenar escenarios, pasar de moda, pero lo que el conejo malo ha logrado, difícilmente se desarraigue de la cultura porque la degradó a una posición sin precedentes. Llevó lo banal a la cúspide, a un posicionamiento mundial. Generó un cambio de paradigma, haciendo que lo fútil sea aplaudido.
La emancipación es el mensaje, la ironía la realidad.
La emancipación significa liberar a una persona de una restricción, Bad Bunny (el movimiento) aparenta ser un ejemplo de emancipación pero si se toma un poco de tiempo para analizar lo que impulsa resulta lo contrario, porque aprisiona más de lo que libera. Libera el instinto aprisionando la razón, profesa libertad lírica encadenando el lenguaje a un balbuceo arcaico y barato, las letras están inundadas de ironías.
¿Por qué ironías? porque la ironía dice lo contrario de lo que quiere dar a entender. Es deconstrucción pura. Cuando el conejo malo dice amor, no se refiere al concepto que eleva el alma y es asociado al romanticismo y al cuidado, sino a lo opuesto, a lo vulgar y al ensimismamiento. No eleva, sepulta. Porque lo vulgar y el romanticismo van en direcciones opuestas, sin ley que pueda conciliarlas.
No es coincidencia que Bad Bunny suene en todos lados, no es que sea del gusto de la mayoría, lo que ocurre es que lo hacen sonar, recurrente y estridentemente, generándole plataforma, cobertura mediática, patrocinios, premios, películas, portadas e influenciadores. Se humilló a la estética. No hay marcha atrás, el golpe fue dado y las generaciones jóvenes pusieron la mejilla sin reproche.
*Imagen generada por inteligencia artificial DALL.E 2